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Salud en Perspectiva Bíblica: Un Llamado al Equilibrio Interior

Muchas veces, al pensar en salud en perspectiva bíblica, limitamos nuestra visión a lo físico: comer bien, hacer ejercicio, evitar excesos. Pero la Biblia nunca separa al ser humano en compartimentos. Somos cuerpo, alma y espíritu (1 Tesalonicenses 5:23), y Dios se interesa en cada parte de nuestro ser.

Sabes, el otro día me senté a tomar un café después de una reunión pesada en la iglesia… y me cayó el veinte. No me sentía bien, y no hablo solo físicamente. Era como si estuviera funcionando en automático. ¿Te ha pasado?

Ese momento me llevó a revisar mi “salud”, pero no la que sale en los exámenes, sino la que Dios realmente valora: la espiritual, emocional, mental y también social. Ahí comenzó mi viaje de regreso a una salud integral, según el diseño de Dios.

El cuerpo como templo: una responsabilidad espiritual

Pablo nos recuerda en 1 Corintios 6:19-20 que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. No se trata de estética, sino de función. Un templo descuidado refleja deshonra al Dios que lo habita.

Últimamente no duermo bien. Como lo que encuentro, a veces ni tiempo tengo para un almuerzo decente. La voz me está fallando más seguido, y aunque no lo diga en público, hay días que no tengo fuerzas para otra reunión o llamada.

La negligencia con nuestro cuerpo no solo nos desgasta físicamente, también nos limita espiritualmente. No hay llamado que aguante un cuerpo colapsado. Dios quiere que vivamos una vida plena (Juan 10:10), y eso incluye cuidarnos.

Salud emocional y mental: el silencio del ministro

Vivimos en tiempos donde se espera que el líder cristiano esté “firme”, “en victoria” y “lleno de fe” 24/7. Pero, ¿quién cuida de quien cuida?

La mente… uff. No te imaginas la cantidad de pensamientos que cargo. Expectativas, decisiones, conflictos, cosas que nadie más ve. Hay días que predico con una sonrisa, pero por dentro estoy drenado.

Muchos líderes estamos operando desde el agotamiento, no desde la abundancia. El estrés, la ansiedad no son señales de debilidad espiritual, sino alarmas de que necesitamos detenernos. Recordemos que hasta Elías, después de una gran victoria, pidió morir (1 Reyes 19).

La salud espiritual no es producir: es permanecer

Jesús dijo: “Permaneced en mí… porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Pero muchas veces, el ritmo ministerial nos desconecta de la vid verdadera.

Tengo que confesarte que a veces oro solo por compromiso. Leo la Palabra para preparar el mensaje, pero no para alimentar mi alma. Como si el maná que recibo fuera para otros, no para mí.

La salud espiritual es más que cumplir disciplinas. Es ser nutrido por Dios, no solo ser útil para Él. Si no cuidamos nuestra vida devocional, todo lo demás pierde sentido.

Relaciones que sanan: la salud social del creyente

El ser humano fue creado para relacionarse. Dios dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo (Génesis 2:18). Aún Jesús tenía amigos cercanos.

Me he perdido más cenas familiares de las que quisiera admitir. He estado presente, pero ausente. ¿Me entiendes?

Parte de nuestra salud también está en reconectar con nuestros seres queridos, y buscar amistades donde podamos ser simplemente “nosotros”. No el pastor, el líder, el consejero… sino la persona.

Un alto necesario: detenerse antes del colapso

Lo peor es que no hablamos de esto entre nosotros. Como si el llamado nos eximiera de cuidarnos. Pero la verdad es que un ministro desgastado puede seguir funcionando… hasta que se apaga.

El colapso ministerial no siempre llega con un escándalo. A veces es silencioso. Es una desconexión progresiva que comienza con falta de sueño y termina con pérdida de propósito. Pero Dios nos llama a restaurar nuestro “yo” interior.

Por eso, decidí hacer un alto. No esperar al colapso. Comenzar a cuidar mi salud integral. Comer mejor. Dormir sin culpa. Apartar tiempos reales de oración. Volver a leer la Biblia para mí. Y buscar amistades con las que pueda ser yo, sin el “pastor” delante.

Conclusión: Vivir en plenitud como verdadero testimonio

La salud en perspectiva bíblica no es opcional, es parte de nuestro testimonio. Un cristiano sano impacta más que uno activo. Un líder equilibrado refleja mejor el rostro de Cristo.

Hermano, te lo cuento porque quizás estés ahí también. Y no quiero que llegues al punto en el que yo estuve. Si este café sirve de algo, que sea para recordarnos que el ministerio no se sostiene solo con pasión, sino también con salud.

Porque servir a Dios no debería costarnos la vida… sino llevarnos a vivirla con plenitud.

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